Enfermedad X, capitalismo y sociedades de control

Disease X, capitalism and control societies


Ángel Iván Toledo Gallardo
Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas "Dr. Ignacio Chávez", Universidad Michoacana de San Nicolas de Hidalgo. Morelia, Michoacán, México
https://orcid.org/0009-0009-5436-5949

Andrea Hernández Rangel
Doctorado Interinstitucional de Psicología, Universidad de Colima. Colima, México
emailahernandez189@ucol.mx
https://orcid.org/0000-0002-3390-6058

DOI:

https://doi.org/10.35830/mcya.vi23.459

Recibido: Febrero 13, 2024. Aceptado: Mayo 11, 2024
Received: February 13, 2024. Acepted: May 11, 2024
Licencia Creative Commons

Cómo citar

Toledo Gallardo, A. I., & Hernández Rangel, A. (2024). Enfermedad X, capitalismo y sociedades de control. Milenaria, Ciencia Y Arte, (23), 56-59. https://doi.org/10.35830/mcya.vi23.459

Resumen

Después del aislamiento obligatorio por COVID-19, la sociedad se enfrentó a un problema sin precedentes ¿Estaba preparada para contener un fenómeno de esa magnitud? La desinformación y otras circunstancias de precariedad por las que atraviesan los individuos, dirigen la atención al hecho de que quizás el sistema de salud no se encuentra capacitado para hacerle frente a la “enfermedad x”. Es necesario replantear el objetivo de la salud hacia el colectivo para poder aminorar los estragos a los que la sociedad se enfrenta.

Palabras clave: enfermedad; paradigma; medios de comunicación


Abstract

After the mandatory isolation due to COVID-19, society faced an unprecedent problem. Was it prepared to contain a phenomenon of that magnitude? Misinformation and other precarious circumstances that individuals go through, direct attention to the fact that health system might not be capable of dealing with “disease x”. It is necessary to rethink the objective of health towards the collective to reduce the ravages that society, face.

Keywords: Illness; paradigm; mass media


Introducción y circunstancias

En enero del 2020, el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CCDC) identificó un agente causante de una neumonía hasta entonces desconocida. Le denominaron síndrome respiratorio agudo SARS-CoV-2, conocido posteriormente como COVID-19. En febrero del mismo año, en México el número de casos confirmados se elevó a 19,244 (con un 9.67% de fallecidos), por lo que las autoridades sanitarias recomendaron a la población en general el aislamiento en casa como medida de prevención al contagio (Suárez, et al., 2020).

Eventualmente las civilizaciones ven interrumpidos sus procesos de desarrollo debido a la aleatoria, estocástica y compleja naturaleza nos que rodea. El periodo histórico el cual comenzaba a gestarse previo a la pandemia se veía rodeado por el aura de revolución y el auge de la primavera latinoamericana, la emergencia de un movimiento como el feminsmo comenzaba a hacer tambalear las entrañas del actual sistema imperante. Cuando más se unía la gente, cuando más en común era nuestro discurso, fue cuando la tragedia acechó las puertas de la humanidad. Era el mejor y el peor de los tiempos. La interrogante sobre el horizonte se interpone:
¿Qué tan preparado se encontraba el sistema sanitario mundial para sostener tan dantesco episodio? ¿Existía una cultura sanitaria adecuada dentro de las sociedades para la contención de un fenómeno pandémico? La respuesta es clara, las condiciones y cultura de la prevención (haciendo énfasis en países como México) eran deficientes.

Crónica de una tragedia anunciada

En el caso de nuestro país el resumen es el siguiente: Con fecha de cierre del 25 de junio de 2023 según lo reportado por CONACYT y la dirección general de epidemiologia dentro de su portal (actualmente disponible y sin modificación de estadísticas) se reportaron dentro del país 7, 633,355 casos confirmados; 11,638,267 negativos, sospechosos 830, 243; defunciones 334,336 y casos recuperados 6,885,378. Dentro de toda esta estadística se reporta que un total de los casos confirmados en un 53.66% fueron para las mujeres y con un 46.34% los hombres. Estadística que al contrastarla y analizarla con las anteriores es el caso de las hospitalizaciones, al menos un 9.57% de los casos fueron hospitalizados o considerados ambulatorios. Si consideramos que dentro de la epidemiologia existen sesgos de muestreo e interpretación, contextualizándolas con lo sufrido dentro de nuestro país se vuelve aún más catastrófico. Lo anterior se intensifica cuando volvemos a hacer mención de los escases de recurso la cual franqueó durante toda la pandemia y el cómo repercusión en la confirmación de casos. Las estadísticas finales de la pandemia de covid 19 además de evidenciar el fracaso del sistema sanitario mexicano también demuestran nuestras vulnerabilidades a reparar en caso de una nueva hecatombe de proporciones épicas.

En adición a unas desoladoras estadísticas, las autoridades sanitarias del país continuaron optando por la centralización del sistema de salud y de sus insumos, lo cual se vio reflejado durante la segunda ola donde los estragos se intensificaron llevando a la saturación de las instituciones en las principales urbes capitalinas, subsecuente a este colapso en dichas sedes de la periferia de la republica emergían las carencias en cuanto a recursos diagnósticos y terapéuticos para los pacientes. El primer punto a destacar es que las formas de organización dentro de nuestro sistema sanitario deben de sufrir una radical modificación intensificando medidas cautelares y ejemplares, además de devolver al primer nivel de atención la seguridad y prestigio que merece. En cuanto a la población, un sistema tan estratificado como el nuestro a pesar de contar con múltiples instituciones de salubridad solo vulnera y desprotege a la población. Una de las paradojas más notorias mientras dicho suceso transcurría es que a pesar de contar con varios organismos encargados de preservar la salud de la sociedad, la gran mayoría de la población se encuentra sin el respaldo de una seguridad social por multiples factores; desde laborales, educativos o bien hasta de clase social.

Se sigue hablando de “salud” cuando la realidad en la sociedad mexicana es que la salud persiste como un concepto dependiente de la clase social; el sistema sanitario por lo tanto es extensión del clasismo imperante dentro de la sociedad y tradición mexicana. Las trágicas contradicciones que llevaron a la humanidad al colapso durante el año de 2020 siguen intensificándose de manera patológica a pasos agigantados, la humanidad ve imposible un cambio de brújula dentro del horizonte.

Las sociedades actuales se encuentran expuestas a dificultades de salud internas y coexistiendo con problemáticas espantosas que están fuera de su comprensión individual (como apatía, homofobia, individuos viviendo en condiciones indignas y de precariedad, desinformación, infoxicación e incluso una crisis climática sin precedentes). Es necesario recalcar las repercusiones que tales problemáticas generan dentro de la colectividad (en cuanto su integridad mental) como estrés constante, incremento desmedido de ansiedad y depresión, todas ellas producen individuos incapaces de cuestionar y clarificar su entendimiento sobre un fenómeno tan importante como lo es el peligro latente de una nueva enfermedad que pueda emerger de la descomposición en la cual nos encontramos habitando. El entendimiento de la historia de una enfermedad se clarifica cuando las abordamos desde la perspectiva de la complejidad social e incluso ideológica

Una nueva perspectiva poco averiguada: enfermedad X

En años pasados, el periódico El País emitió una noticia que puede ir desde el amarillismo hasta la curiosidad (imagen 1). Es un título bastante bueno para una nueva conmoción universal es cierto, sin embargo, sometamos este título a ojo crítico.

Figura 1
Figura 1. Extracto del artículo del periódico El País, Rubio (2018)

Desmenuzando la noticia, según las definiciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una “enfermedad X” es aquella enfermedad que es consecuencia de un patógeno aún no identificado y/o estudiado, capaz de provocar un padecimiento en el ser humano y también una crisis sanitaria mundial, una epidemia.

La problemática surge cuando esta definición actualmente se esparce, dentro de redes sociales como una alerta total, como algo incuestionable y sin alternativa alguna.

Debemos destacar que este concepto ya estaba sobre las mesas de discusión de organismos internacionales sanitarios. Dos años previos a la pandemia de COVID-19, la OMS documentó dentro de sus portales una lista de enfermedades prioritarias (catálogo de padecimientos clínicos asociados en su gran mayoría a agentes infecciosos emergentes) (WHO 2019), a las cuales se debería de presupuestar más recursos, además de intensificar estudios para analizar su comportamiento dentro de los humanos. La paradoja del sistema de salud que ocurrió durante el aislamiento obligatorio por COVID-19, denota que hace falta más análisis sobre el concepto de “enfermedad x”, tanto por teóricos de la medicina, epidemiólogos además de la inclusión de expertos en ciencias sociales. En el portal en línea de la OMS y dentro del mismo catálogo de enfermedades, se puede encontrar algunas entradas al respecto, hablando de la “enfermedad x” como un peligro latente, sin embargo, no existe mayor juicio crítico de lo que implica la aparición de un concepto así y de las circunstancias que hacen emerger una patología como esta. La comunidad científica guardaba una discreta advertencia tras haber experimentado los primeros brotes y estragos de la nueva entidad llamada “síndrome de dificultad respiratoria”, el hecho de que algunos miembros de la comunidad científica comenzaran a advertir de la aparición de este nuevo proceso sindrómico genera eco dentro de las mentes de las personas al considerar que por los antecedentes esto pudo ser una estrategia de control poblacional. La conclusión a lo anterior es que los procesos virales son más tortuosos y catastróficos cuando se potencializan paralelo a la construcción de virus ideológicos los cuales guardan su sustento bajo la mentira, manipulaciones mediáticas e intereses económicos además del sometimiento social bajo regímenes autoritarios. Las advertencias son claras; en un sistema el cual se alimenta de la crisis y donde la salud se diluye entre redes y vacíos informativos, aunque exista una cura orgánica el daño es irremediable cuando el terreno de lo mental se ha colonizado por un fenómeno tan letal como la infoxicación.

Enfermedad X y sociedades de control: alerta de un nuevo paradigma médico.

Hegel escribió que “lo único que podemos aprender de la historia es que no aprendemos nada de ella…” (Zizek, 2023, p.39). Restaurar un sistema sanitario mundial bajo estas circunstancias es una labor titánica. Los virus ideológicos generan en la psique colectiva una resignación e inmovilización. La aparición de alternativas dentro del horizonte es cada vez más complicada. En su libro “Pandemia”, Zizek (2023) guarda un apartado específico sobre los nuevos retos que acarrea un suceso como este. Su postulado es el siguiente: “comunismo o barbarie”.

Cuando se trae a la conversación la palabra “comunismo”, sucede una polémica inevitable. En una sociedad como esta, donde existe una emergencia de nuevas formas de control y autoritarismo, no existe espacio para el bienestar tanto individual, social y del propio ecosistema (Eco, 1955). Todo se resume en una lógica de consumo y mercado de enfermedad perpetua, de barbarie sin sentido. Zizek (2023) nos deja claro que la maquinaria actual debe de sufrir un colapso para replantearse la necesidad de retornar a la idea de la cooperación mutua no solo entre los diversos organismos mundiales, sino también entre las poblaciones.

La idea de colectividad evidencia que el proceso de salud-enfermedad no solo obedece a variantes orgánicas individuales; sino que también es resultado de sucesos interconectados dentro de un proceso histórico-social determinado. Se debe entender que erradicando de manera colectiva esta tendencia patológica hacia el consumo, el trabajo desmedido y precarizado de la existencia humana, la necesidad urgente de la intervención justa y apegada a velar en pro de la colectividad por parte de organismos internacionales y reguladores de las industrias farmacéuticas además del fortalecimiento de las redes de apoyo internacionales para evitar la centralización y acaparamiento de los recursos sanitarios en tiempos donde estos flaquean; la riqueza pues debe de redistribuirse y con ello obtener mejora continua de los recursos tecnológicos, para tener cimientos de medicina preventiva, vacunas, atención integral y óptima los cuales puedan aminorar los estragos de situaciones como las que se afrontaron en 2020.

Con este tipo de intervenciones y algunas otras más que se escapan dentro de estas líneas se podría comenzar a reorientar la brújula hacia un estado eufuncional del mundo y la civilización.

El concepto de salud debe de evolucionar a ser considerado un bien preciado, no una extensión del consumismo o de la imagen; debe ser asequible a todos. Retomando el punto de los virus ideológicos, la enfermedad x potencializa su método de propagación cuando se encuentra replicándose bajo la lógica de la retroalimentación positiva. ¿En qué consiste esto? La retroalimentación positiva es uno de los principios fundamentales de la fisiología humana para poder entender el debut de la enfermedad, la perturbación sin control y regulación con tendencia a la alza de determinada variable dentro del cuerpo ineludiblemente traerá consigo el estado de enfermedad dentro de la ergonomía de los seres vivos. Ejemplo: si bajo el contexto de un dolor de cabeza, los diversos y múltiples mediadores inflamatorios continúan adicionándose y no existe la presencia de algún proceso que contrarreste dicha operación (en este caso quien actuaria de manera antagónica es la medicina como antiinflamatoria) esto puede traer consigo severas complicaciones para el sistema nervioso. Ahora este ejemplo tomémoslo y ejecutémoslo dentro de los límites y problemas de la vida cotidiana: bajo la lógica del capital, el virus ideológico imperante es la acumulación de riqueza de manera infinita bajo un planeta lleno de recursos limitados y el rendimiento exhaustivo de la mente y cuerpo humano aun conociéndose sus límites. A la acumulación de bienes, el agotamiento de los recursos naturales, el subsecuente daño planetario, se agrega también una repercusión a la civilización humana con la aparición de sequias o cambios de tipo meteorológico y con ello una reacción en cadena la cual potencializará el estado de disfunción. En el caso del SARS-Cov2 y su relación con la retroalimentación positiva, se ejemplifica cuando entendemos que por medio de un fenómeno como la globalización en el cual se potencializa y enfatiza la búsqueda de ganancias y acumulación de capital a costa de la vida humana, crean un escenario idóneo para traer al planeta una crisis planetaria. El punto de quiebre llamado Sars-Cov2 refleja que la alternativa de seguir apostando a una ideología basada en la retroalimentación positiva, en el querer más sin analizar el precio a pagar es un culto a la autodestrucción; es una llamada de atención a las agendas globalistas e imperialistas, a los tecnócratas y elites de poder que dictan en sus discursos populistas la idea de “soberanía”, la catástrofe está indicando que este modelo ya no es una alternativa, contradiciendo la tan famosa frase de la antigua primer ministra Margaret Thatcher en 1980: “there is no alternative” (Scott, 2022).

Si bien las condiciones que propiciaron la aparición de esta “enfermedad x” después catalogada como COVID-19 persisten, de manera simultánea están retornando algunas alternativas ya conocidas, nuevos modelos de organización los cuales reconocen la interdependencia entre países y la primacía de que la acción colectiva sincronizada y los nuevos modelos basados en la horizontalidad entre las personas serán siempre una alternativa en pro de la vida y para la supervivencia del planeta. La pregunta es la misma: ¿comunión, fraternidad y apoyo mutuo o miedo, barbarie y muerte?

Hacia un nuevo paradigma…

En su libro “La estructura de las revoluciones científicas”, Thomas Kuhn (1962), habla sobre las etapas dentro de los periodos científicos, una de esas etapas es la de “crisis”. Donde la ciencia vieja confronta al nuevo mundo y la comunidad intelectual comienza la búsqueda de ideas o conocimiento que se acoplen a la realidad y necesidades del nuevo mundo. Los tiempos actuales son de una obvia crisis paradigmática, sin embargo, bajo el privilegio que poseen los intelectuales y profesionales (específicamente del área de la salud), esta crisis nos debe de impulsar en aminorar los estragos para aquel que se encuentra más vulnerado, es nuestro deber redirigir las páginas de la historia de la humanidad a terrenos fraternales, donde la tecnología y el saber pueda convivir de manera armoniosa con este planeta. Una nueva manera de vivir, puede ser concebida. Un nuevo paradigma está redactándose, su desenlace dependerá del rumbo que como humanidad otorguemos.

La reestructuración de este mundo debe comenzar y velar por principios fundamentales como el decrecimiento, alternativa donde en vez de perpetuar el modelo de retroalimentación positiva y culto a la muerte, opta por una conciencia del entorno. Reza en ser considerado ante la tierra y los recursos que emergen de ella, que la fuente del trabajo como lo son los seres humanos deben de reconocer los límites de sus capacidades, además de tener presente cuales son los niveles establecidos para evitar el daño entre nuestra especie erradicar las fronteras y barreras ideológicas que potencialicen la catástrofe. recuperar nuestra educación, nuestra información, nuestra realidad. Hoy en día las creencias de las personas se encuentran sujetos a la inmediatez, enjambres de comunidades y desinformación manipuladas por redes sociales que solo acrecientan los daños al tejido social a base de algoritmos y control mental para influir en la toma de decisiones de cada persona expuesta a este tipo de contenidos. No queremos olvidar el rol de progreso que la tecnología actual ha brindado a la humanidad, si bien internet trajo consigo la propagación de manera fugaz de una contingencia y con ello favoreció a la movilización de las fuerzas sanitarias y estatales de todo el mundo, sin embargo, esto se ve opacado cuando existe una monopolización de la información y con ello un sometimiento de criterio colectivo. Quien controla el lenguaje, controla también la realidad y con ello obtiene el poder que tanto busca. Un deber de la humanidad es recuperar la tecnología, al lenguaje, al conocimiento; la restauración del proyecto humano comenzará también con la redistribución de estos bienes y garantizar la preservación y mejora de nuestra especie una vez obteniéndolos de vuelta.

El proyecto de reestructuración continua desarrollando y afinando los que deberían de ser nuestros puntos de encuentro como humanidad: coberturas de atención medica primaria y secundaria para todos, apostar por un modelo de sanidad universal que desconozca de clases sociales y al cual se pueda acceder sin importar la cantidad de dinero que se encuentre en el bolso, apostar por un modelo de horizontalidad en la formación de nuevos agentes sanitarios además de una reeducación a la sociedad sobre el concepto de salud. Cuando hablamos de salud universal, no es que digamos salud para todos y ya; hacemos mención de que este proceso es y ha sido ineludiblemente colectivo, uno interconectado de manera micro hasta macroscópica. Cuando hablamos de hacer emerger un nuevo paradigma, también hablamos de modificar el culto a la individualidad que impera dentro de la cultura del capital cuando también se habla de salud.

La ideología que impone y se despliega a través de nosotros en nuestro día a día está comenzando a ser derrocada por la llegada de nuevos relatos y formas de entender a la ciencia médica por medio de un fenómeno como lo es la interdisciplinariedad y la universalización de las ciencias. Michel Foucault en su texto “el nacimiento de la clínica” mencionaba que, para ser curado, el hombre pues debe de ser primero liberado.

La liberación y cura de la sociedad actual no sabemos cuándo arribará a puerto, sin embargo, es a través de este tipo de ejercicios y con este tipo de pensamientos que nuevos paradigmas están construyéndose a lo largo de los recovecos de la realidad. Será por medio del cuestionamiento y la cooperación que una historia de la humanidad ser redactada, dependerá de nuestro esfuerzo y propósito como civilización a donde dirigiremos el desenlace.


Referencias